Imagina por un momento que alguien tuviera la capacidad legal de patentar el gesto tirar – de – la – cadena. Desde ese momento si no quisieras sentir el peso de su (seguro) potentísimo buffet de abogados sobre tu coronilla, cada vez que fueras a, digamos, cagar, tendrías que (directa o indirectamente) pagarle por ello.

Y lo que es peor (¿hay algo peor?), si se te ocurriera una forma de mejorar el gesto tirar – de – la – cadena, si por ejemplo tú descubrieras que elevar el codo derecho sobre la cabeza mientras lo haces tiene efectos beneficiosos para el organismo, o que sirve para mitigar los efectos de determinado cáncer, no podrías ponerlo en práctica, no podrías distribuir libremente ese conocimiento, no podrías tampoco (por supuesto) ganar dinero con ello.

El razonamiento anteriormente expuesto es absurdo, enhorabuena, te has dado cuenta tú solo. Casi tan absurdo como las patentes de software que están a punto de ser aprobadas en Europa (mañana se votan).

Di NO A LAS PATENTES DE SOFTWARE

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Le habló un arkángel en contra de las patentes de software.