Ya imaginaba que me iba a resultar difícil encontrar tabaco negro cerca de Londres (Ducados, ni pensal-lo, of course). Sin embargo tenía cierta confianza en que preguntado llegara a Roma, o al menos a uno de esos paquetes de Gitanes que me consta se venden por el mundo.
Tras cinco días, agotadas mis reservas, me he atrevido a chapurrear en mi inglés de un poco más al sur de La Calahorra algo así como: du you hav yitans, or somzing similar? La dependienta del único sitio en varios kilómetros a la redonda que podría venderme mi dosis de tranquilizantes diaria me ha mirado con la misma cara que pondría un oso panda tras preguntarle la lista de los reyes godos, en esperanto.
Total, que he terminado comprandome un Lucky, que no me fumaré.
Como ven, toda una experiencia. Además de eso estoy aprendiendo un poquito de Alfresco (no, no estoy de vacaciones), para ser un hombre de provecho.
Y es que estamos en época de cambios, señoras. Hasta la rubia se me ha escoñao con la moto, nada más que por cambiar. Le queda muy mona la escayola esa, oigan.
Le habló un arkángel algo nerviosillo.