MicroDiluvioUniversal


Que caiga un poquito de agua tal y como están los pantanos y los campos es algo de agradecer. Que te caiga encima quizá ya no lo sea tanto.

Que coincida el punto crítico del Diluvio Universal Localizado TM justo cuando sales una hora más tarde del trabajo después de una reunión con tu jefe, empieza a cabrearte.

Recordar que estás a punto de quedarte sin gasolina y tener el chivato de la reserva estropeado lo empeora un pelín.

No pasa nada, piensas. Vas autoconvenciendote a ti mismo de que otras veces te ha llovido, que en peores plazas has toreado, y justo entonces pasas por el Gran Charco de la Humedad SupremaTM, que no has visto porque llevas la visera llena de agua y además eres un miope de mierda, tus ojos funcionan mal de noche y las luces te deslumbran. A partir de entonces el agua se convierte en algo casi irrelevante, porque la nube de vapor que sale del radiador practicamente no te deja ver más allá del manillar.

Y llegando a casa, deja de llover, por Murphy 27,4 («Dado un número determinado de diluvios universales localizados cualesquiera, su fin coincidirá con el final del camino»)

Haré mías las palabras del gran filósofo Chiquito de la Calzada para decir aquello de una mala tarde la tiene cualquiera. Jarl, añado.

Le habló un arkángel que se moja como los demás, pero que sigue aparcando donde quiere.


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