DeBuenoGilipollas


A veces hay que saber decir que no…

Hay un señor que veo aproximadamente una vez al mes. Es un caso curioso, porque a pesar de verlo exclusivamente para desprenderme de 72 de mis eypos mensuales, me cae simpático. Debe de tener buen aura, el viejecito.

Es un maestro de escuela, como el mismo se definió cuando cerramos el precio de alquiler de la cochera en la que malgasto la pasta que tanto escasea en estos meses de verano. Tengo allí encerrado mi coche casi permanentemente desde que me compré una moto, mucho más cómoda en ciudad que las cuatro ruedas. Y me cuesta eso, una visita del viejecito una vez al mes, puntual como un reloj, negándose siempre a mi petición de transferirle el alquiler a su cuenta, de programar un cargo bancario en alguna de las bonitas herramientas electrónicas que nos facilitan los bancos para que a mi no me pese tanto soltar la guita (para no tenerlo tan presente, quiero decir).

Este señor me ha despertado hoy de la siesta a la cinco y media (en verano no trabajo por las tardes), con su voz de buena persona, receloso de sus alquilados por malas experiencias anteriores, dando la impresión de dar facilidades pero inexorable en su requerimiento de cobro… No se exactamente como, ha conseguido que me levante, que coja la moto, y que me venga a la oficina, por donde él se suele pasar los dias 6 o 7 de cada mes. No falla, el tio.

Y yo, aquí como un gilipollas, a las seis y media, puntual como un reloj para que el señor no espere. Le he vuelto a insinuar lo de pagarle con una transferencia, y de nuevo me ha dicho que no me moleste, que a él no le importa acercarse a donde yo le diga, que tal y cual. No se como, pero me ha vuelto a liar.

Por cierto, no tengo un puñetero papelito en el que ponga que tengo derecho a algo a cambio de esa pasta que yo le suelto periodicamente.

Ni recibos, por supuesto.

Le habló un arkángel a veces, de bueno, gilipollas.


6 respuestas a “DeBuenoGilipollas”

  1. El arte de decir que no
    De forma natural
    La ciencia del perfecto adios
    Tajante y sin dudar
    Sin sentirme mal…

  2. A ver, Arka, repite conmigo: «Mire usted señor, si la molestia es mía. Y además, padezco un tipo de hongo muy contagioso en la piel ¡Huy, espere! ¡Que he olvidado contar los billetes! A ver… uno, dos…»

    Ya sin coñas, no dejes que ese ancianito te putee, que te despierten a media siesta y carecer de pruebas de tus pagos puede acarrearte ardor de estómago.

  3. Yo estoy igual con mi garaje, salvo porque yo se lo pago al portero de mi edificio (78,13 eypos, y por supuesto, no tiene cambio), y él es el que se dedica a buscar al tipo (por cierto que es ciego) que me alquila la cochera a mi… sin recibos, ni transferencias, ni cuentas bancarias… ni nada de nada.

    Un día me encontraré otro coche metido alli, ya vereis :-)

    Por cierto que el otro día estuve buscando otra cochera (para poder pagarla por banco, y que fuera mas sencilla de aparcar que la que tengo en mi casa), y por mi zona andan ya por los 90 eypos mensuales… si es que no me puedo quejar, leñes.

  4. Lo que le ocurre al «encantador» viejecito es que no quiere que haya constancia de su negocio sumergido. Si tuviese un cobro domiciliado, Hacienda se lo comería.
    No creo que puedas hacer nada por tu parte. O te doblegas a sus imperativos, o te buscas una plaza legal. Porque él se la alquilará a quien menos problemas le dé, eso está claro.

  5. Estoy con el farero. Busca una plaza legal, entonces sí serás de puro bueno, gilipollas. La de problemas que dan los alquileres de pisos, cocheras y demás que se hacen «bajo mano». Exígele un papelito, por lo menos así si un día teneis un desacuerdo (¡no te fíes de los viejecitos simpáticos!), no podrá mandar a la policía a que saque tu coche que está ed «okupa» en su cochera. Que no sería la primera vez que ocurre (este verano ya he conocido dos casos)…