Creo que esta historia merece ser contada, aunque sea a mitad. No soy de los de reservarme demasiado, ya lo saben…
Casi telegráficamente:
Hace unos días, al hilo de uno de los comentarios que hago en Facebook (esa que ha matado a los blogs personales, sí) en mi hora-de-la-cerveza-y-lo-social del mediodía, apareció un «draganizado» por ahí. El comentario en sí no tiene mayor importancia (espero, Pedro ;) ), pero resulta que terminé consultando http://www.andrzejdragan.com/ para estar seguro de lo que hablaba.
Me pareció una web que no estaba a la altura del fotógrafo (por varios motivos relacionados con la experiencia de usuario y la tecnología), y sin pensarlo demasiado me decidí a escribir al mail de contacto genérico en mi pobre inglés, para ofrecerle al Sr. Dragan en persona (o a su CM) hablar del asunto. Sólo después de escribir fue cuando me paré a pensar que la osadía era grande, investigué un poco sobre él (http://www.enkil.org/2008/10/02/andrzej-dragan-el-efecto-dragan/), me di cuenta de que es realmente un personaje («se doctoró cum laude en física cuántica en 2005. Galardonado por la mejor tésis de física en Polonia por la Sociedad Física Polaca (2001), fue becado por la Fundación Europea de la Ciencia…»), justo de mi edad (1978), y lei esto:
En primer lugar, permítanme dejar claro que a mi realmente no me gusta hacer fotografías, para ser realmente sincero, me disgusta. Suena extraño, lo sé. Cuando mis amigos me piden que les haga una foto y me niego, se decepcionan, pero a mi simplemente no me gusta fotografiar. Incluso no soy neutral acerca de esto, en realidad me desagrada. Y, sin embargo, por alguna razón desconocida que todavía no he entendido, a veces me ocurre correr detrás alguien que realmente quiero fotografiar, porque su cara me resulta interesante, pero eso es bastante inusual. En un principio solo le pedía a él o a ella que me dejase tomar una fotografía después de una breve conversación con ellos que podría muy bien tener lugar en la calle, por ejemplo. Todo esto no suele tardar más de unos minutos. Luego, poco a poco he adquirido una actitud más selectiva en la elección de las personas con las que estoy interesado, y ahora hago una foto al mes
El caso es que me contestó al mail diciendo que justo el día antes estaba pensando en cambiar la web. Apasionante sincronicidad. Y estamos en conversacines, en mi pobrísimo inglés, en la distancia, intentando transmitirle los valores y metodología de SI2. Igual no sale, por muchos motivos, pero hasta aquí ya hay historia (espero que no se moleste si llega a leer esto -hey, Andrzej!-) ;-)
Querer no es poder. Pero si no quieres, seguro que no puedes. Esto es lo que le quería yo contar a Psicobyte una vez por Facebook, precisamente.
La única vez que yo intenté en mi vida (creo), hacer un «draganizado» fue hace unos 3 años, con poco éxito. La he visto buscando en mi memoria internetera alguna referencia. Esta microhistoria es la que de verdad me ha emocionado, al verme a mi mismo hace 3 años disfrutando de la calle y las fotos; me ha empujado a escribir «algo». Les dejo con el microrrelato original, que nunca tuvo visibilidad.
El amigo Jesús
Venía yo de comprar el pan cuando me he sentado en un banco a tomar un poco de sol, cámara en mano por si pasaba algo francotirable.
Entonces el amigo Jesús ha venido a por mi, directamente, con la serenidad que da no tener nada mejor que hacer, porro en la mano que me señalaba. Quería hacer de modelo, no entendía por qué le hacía fotos a un escaparate vacío en el que solo hay cuatro reflejos.
Ha cruzado la calle justo cuando los coches comenzaban a andar (por supuesto, ninguno se ha atrevido ni a rechistar al amigo Jesús) y ha vuelto, totalmente sereno de hachís y Alhambra. Cuando le he enseñado las fotos, no le ha gustado lo que ha visto allí -«Míralo ese, que parece un perro rabioso»- me decía, señalando su cara en mi cámara. «No las borres»- me dice.
Me ha contado parte de la historia tantas veces escuchada: tatuajes talegueros, legión, recien accidente gravísimo de coche con marcas aún frescas… Me ha hecho mirar un tatuaje en su espalda, bajo la camiseta, que ponía, a tinta bolibic: «I will be free (one day)». Y lo hemos comentado, algún día seremos libres, pero no será estando vivos, he matizado. «¿Ángel, te llamas? Yo, Jesús, estamos los dos bendecíos (risas)».
Dice ser de madre albaycinera y padre siciliano. A saber.
El caso es que al despedirnos me ha regalado una goma para el pelo que llevaba en la muñeca.
La verdad es que he pasado un buen ratillo con el amigo Jesús. Quizá no más de 4 minutos.
Le habló un arkangel reinventado, como Madonna.