Estaba yo fumandome un cigarrito tranquilamente en una plazoletilla (esto de no poder ejercitar el vicio en el trabajo tiene estas pequeñas ventajas) cuando de repente he visto una buena foto. Lo que pasa es que no la he podido hacer, por dos motivos: no llevaba cámara, y la foto me incluía a mí.

Sí… He pensado en que si yo viviera en cualquiera de esas ventanas que se veian a lo lejos podría sacarme un primer plano mientras fumaba, y el tono del jersey azul haría buen contraste con las hojas secas del suelo. En fin, divagaba.

Pero en ese momento me he puesto a mirar a las ventanas.

¿Habría alguien haciendome esa foto? Por un momento hasta me he mosqueado, yo, que soy tan dado a robar fotos a la gente por la calle. Y es que no es lo mismo robar que ser robado.

Esto me ha llevado a pensar en esa enorme cantidad de cosas que hacemos habitualmente y que nos jodería que nos hicieran a nosotros. No se, dejar el coche aparcado de forma que no se puede aprovechar el hueco que queda, poner la música ligeramente más alta de lo adecuado, pitar sin mucho motivo (odio los pitidos), no devolver un saludo,… Son cientos de pequeñas cosas.

Como es imposible no hacerlas (yo no voy a dejar de hacer esas fotos, por ejemplo), lo que he decidido es pensar en esto cuando algo me moleste. Y si lo he hecho en, pongamos, la última semana, que deje de molestarme automáticamente. A ver que tal me sale.

Le habló un arkángel buscando el camino de la empatía a través de la paranoia.