Vas por una carretera comarcal a las diez de la noche, oscura como los ojos del burro del ovetense aquel, y de repente ves una pequeña luz en la carretera, que no puede ser de ningún vehículo, porque nadie estaría tan colgao como para ir sin luz por una carretera tan renegría.

Te acercas, y compruebas que efectivamente es un amotillo. Y decides seguirla (aprovechando que lleva tu misma dirección y sentido) hasta que entre en poblado, para comentarle la avería. De paso le haces de luz trasera tu mismo, y evitas posibles sustos a terceros.

Pero mientras lo sigues, observas que el elemento no lleva casco, la matrícula apenas se distingue por estar como arrugada (no digamos ya los números), y que el susodicho se pone el casco conforme entra a Graná,… Entonces os encontrais los dos en un semáforo en rojo (ya has observado con luz que el que conduce es un pintas), y tienes que decidir entre:

a) Pasar de él, razonablemente, y dejarlo que se escuerne a la vuelta, si se da la ocasión.
b) Avisarlo pese a todo, aún a riesgo de que se rian-o-lo-que-sea de ti.
c) Fundirlo en cuanto el semáforo se ponga en verde.

¿Tú que harías?

Yo he cogido la opción b, entre otras cosas porque mis padres, teniendo yo así como un añito, se escoñaron por esquivar una moto en similares circunstancias. Conmigo dentro del coche. Evidentemente esto me lo contaron, yo no lo recordaría… Pero he recordado la historia mientras seguía al muchacho.

Y bueno, el me lo ha agradecido con un gracias vieho, la vin compae, es que es verdá, que es peligroso, gracias vieho. Y yo me he quedado más tranquilo.

Eso sí, después he cogido también la opción c. No lo he podido evitar… :|

Le habló un arkángel medio bueno medio malo. O};-)