ControlandoFacebook


Es un hecho (aunque quizá alguno no es del todo consciente, aún) el que Facebook decide lo que ves en tu muro. Es así, se trata de parte de su gran éxito, tras los inicios: los algoritmos «inteligentes» de la gran F seleccionan el contenido que consideran que tu apreciarás más, priorizan conversaciones más conflictivas (que generarán más actividad), te muestran lo que entiende (o le interesa) que debes ver.

Y puede que esté bien.

Sin embargo, yo creo que sigo anclado en el pasado. Con mis limitaciones mentales y de tiempo (como todos), suelo asimilar nuevos servicios que utilizo (léase, FB, Google Photos, G+, Twitter, Instagram, etc, etc.) a cosas-delMundo-RealTM. De este modo, Facebook siempre ha sido para mí «un bar» (o un patio de vecinas). Un lugar donde mantener conversaciones intrascendentes, o súpertrascendentes, quedar con amigos… Esas cosas (que están muy bien).

¿Cómo ha evolucionado mi percepción y acciones en este servicio, que es uno más, y no es la vida misma, ni nada Importante para mí? En dos sentidos:

  • Hasta hace poco, para que yo aceptara a alguien como amigo facebukiano (naniano) el reto interno que debía superar era algo parecido a «me he tomado una o dos cervezas con él en un bar, y repetiría». Esto, que puede parecer poca cosa, es una forma rápida, asequible por lo directo de la comparación, de tomar decisiones.

    Ahora ya acepto más gente, me he abierto. Pero con un criterio que me parece coherente: ¿no lo conozco personalmente pero por lo que aparenta creo-que-me-podría-tomar-2-o-3-cervezas-y-querer-repetir? Pues puede ser amigo de FB.

  • La segunda es importante, y es donde aparece el control: «bloqueo» a mis amigos, e incluso añado amigos directamente «bloqueados». Esto quiere decir que sus publicaciones no aparecen en mi muro, cuando lo decido así; o, incluso, acepto amigos sin que tengan la capacidad de leer lo que yo escribo. La justificación es, precisamente, que probablemente no nos conocemos lo suficiente, o que trata habitualmente temas en los que no me apetece entrar. Me quito así la tentación de entrar en discusiones de bar (que es como yo entiendo FB, recuerden), y que el contrario las entienda como declaraciones vitales sobre el sentido de la vida. La comunicación epistolar tiene estas cosas.

    Es decir: quiero tenerlos «como amigos», pero quiero ser yo el que decida, cuando yo quiera, quedar con ellos, visitarlos, leer sus inquietudes y, (quizá) mantener una conversación. El caso contrario, en el que Facebook decide por uno, me parece peligroso para un carácter como el mío (que habla más que calla).

De modo que, amigos antiguos y nuevos amigos facebukianos (nanianoniano): Por favor, no se molesten si perciben que los tengo «restringidos»; siguen siendo mis amigos, solo que quiero decidir (un poco), cuando disfrutar de sus pensamientos y «discutir» sobre ello. De hecho, «visito» regularmente aquellos perfiles que me interesan. Les dedico tiempo expresamente, no cuando Facebook decide que debe mostrarme algo de lo que piensan. Me parece más coherente, en la línea que empecé cuando visitaba a mis amigos reales y virtuales cuando comenzó todo esto, con os blogs.

Le habló un arkangel adaptando habilidades interneteras a los tiempos modernos.

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